Fin de siglo

Ante la casa llega un sol de tarde
con oros viejos, lenta, sin enigmas.
Poco a poco se adensan la verdura
pobre de los olivos y el añil
austero de las aguas en el Golfo.
Descubro tras el muro alto un mensaje
de los siglos. El tosco latín que hablan
estas piedras monásticas exige
los mayores cuidados. También mi alma.
Con fatiga transcurrirán las horas
hasta cegar con sus postigos de aire
los ventanales de la casa. El fuego
entonces y las páginas de López
Velarde acallarán mi corazón.