Aprender el oficio de alfarero: moldear con las manos la arcilla del tiempo para construir días que conserven dentro el frescor del agua.
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El añil de los campos de lavanda que el cielo zarandea para perfumarse.
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La métrica, sastería de sonidos, requiere cortar las telas con gusto y coserlas como continuidad, sin que las costuras resulten visibles.
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Solo en lo que se contempla cada día es posible descubrir algo insólito, original, soprendente. La novedad es, per se, repetición.
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Aficiónate al frontón. Ninguna pared te dejará para irse a jugar con otro.
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Con aire de pintor de nubes observo el cielo. Cambia tantas veces al día que parece un desperdicio de la imaginación que no conserve copias.
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La ventana se ve guapa con el vestido de lunares que le ha puesto la lluvia.
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Dejo a Platón en la taberna. Creo que ve sombras en las paredes. Me acerco a casa de Parménides, pero se ha ido a pescar. Vaya día llevo.