Ciudades / 1
Nada descubro en Burgos esta tarde
que me recuerde a mí, que vierta sangre
de la sangre que nutre mi memoria.
Bajo los soportales he mirado grúas,
la caseta metálica
donde se cambian los obreros,
el color húmedo de los terrones
de arcilla, el muro de cemento
hendido en las entrañas de la plaza.
Es tan trivial la tarde en Burgos,
tan ajena a los ojos que soñaron
un día con su nombre como el nombre
del edén: esa luz donde se mira
la tersura de lo que no existe.
Ante el escaparate de un comercio
he visto mi reflejo:
las mangas le comían las manos
y en los hombros
la pana se estiraba con ciertas estrecheces,
le aprietan los zapatos de Dios sabe qué boda,
aunque le esté ahogando el botón en el cuello
considera lo propio de ir a la ciudad
mantenerlo abrochado.
.....................................Sólo ha sido un instante,
luego ha vuelto el bochorno de septiembre
perlado en el sudor de los obreros.